¿PUEDE CAMBIAR LA PERSONALIDAD?

Con frecuencia nos encontramos en la práctica cotidiana a personas que les han diagnosticado trastorno de personalidad, a otras que bien han leído o reflexionado acerca de sí mismos y les interesa tener una respuesta acerca de si…¿la personalidad es algo estable que se mantiene a lo largo del tiempo, como se había dicho clásicamente, o si existe alguna posibilidad de que cambie?.

Leía recientemente un artículo publicado en la revista  “Counselheal” titulado: ¿Puede uno cambiar su personalidad?(ver). Mi respuesta es, que es posible, pero no es fácil.

Aprovechando el texto de Hanna Grace me permito compartir algunas opiniones y reflexiones al respecto.

Las investigaciones recientes, casi podríamos decir los estudios sobre la evolución de la personalidad, que han sido publicados desde el año 2000, establecen con toda claridad que la personalidad no es algo fijo y estable sino que evoluciona y se modifica a lo largo del tiempo. Tal y como dice Grace, la personalidad que tenemos, no es estática y puede cambiar en respuesta a las terapias, pero, desde mi punto de vista lo que es importante trasmitir es que la personalidad cambia, evoluciona y generalmente torna a mejor por sí misma, como parte del proceso adaptivo del individuo a su vida cotidiana.

Pero además de esta evolución natural hacia el cambio, también se producen cambios tras recibir psicoterapia (ver artículo divulgación). Esto no quiere decir que el cambio de personalidad sea fácil, exige una voluntariedad por parte del individuo, un tratamiento eficaz y un entorno que facilite el proceso de cambio.  Cuando se juntan todos esos factores, y no necesariamente  los tres simultáneamente, se da un contexto que facilita la evolución de la personalidad y el cambio.

Podemos decir, que el proceso permanente de transformación es algo consustancial al ser humano y se aplica a la personalidad. Además también se refiere al proceso evolutivo del ser humano a lo largo de los distintos periodos de su vida, infancia, adolescencia temprana, adolescencia tardía, juventud, madurez, tercera edad, ancianidad….. se van produciendo cambios progresivos de tal forma que todos nosotros somos conscientes de que a lo largo de los años y analizando longitudinalmente nuestra vida podemos observar cómo se han ido produciendo modificaciones en cómo somos como personas. De hecho hay un artículo muy reciente que confirma que de adolescentes a la tercera edad, se producen muchas variaciones, así nuestra personalidad a los 14 años poco tiene que ver con la que tenemos a los 77, tal y como se comprueba en este artículo.

Por lo tanto me gustaría concluir que, claro que la personalidad puede cambiar pero también que es difícil y exige además una alta motivación y un «poner las manos en la masa«, hay que proponerse cambiar. Ninguna transición es fácil y como no podría ser menos, cambiar algunos rasgos de nuestra personalidad tampoco es sencillo. Por otro lado, no deben esperarse variaciones inmediatas de la noche al día, del todo al nada, ni del blanco al negro. Ahora bien, piensen que la modificación de algunos rasgos de personalidad tiene consecuencias mayores, hay un efecto dominó que se traslada a otras áreas de la vida. Los cambios provocan que el individuo se sienta mejor y por tanto esto lleva de forma pareja que  las relaciones con los demás también mejoren, se genera un proceso circular que nos enriquece, cada pequeño cambio inducirá pequeñas modificaciones en las relaciones con los demás. El objetivo es salir de los círculos negativos que refuerzan y mantienen los problemas a otros círculos más virtuosos, de refuerzo positivo y que facilitan el bienestar propio y el de las personas con quienes nos relacionamos.

Parafraseando a Ortega y Gasset, yo soy yo y mis relaciones y si no las salvo a ellas, no me salvo a mí.

Por Carlos Mirapeix. Psiquiatra y Director de FUNDIPP